PRESENCIA Y RECUERDO
FERNANDO BELAUNDE TERRY
Doctor Honoris Causa, Universidad San Agustín de Arequipa, 2 de abril de 1998
Desde niño Arequipa, cada vez que la visité, me produjo gran impacto. Hay algo en su ambiente de vibración histórica y de emoción estética. El marco geográfico anuncia la obra de arte. La Universidad de San Agustín, de extraordinaria prestancia cultural y cívica, produce un aliento singular.... El rector Guillén no es solamente un destacado filósofo, sino un infatigable constructor. Lo dicen las construcciones y, recientemente, el mejor estadio deportivo para nada menos de 50 mil almas... Y, el decano de Arquitectura Márquez Mares Torres, me honraron con un Doctorado Honorario que secundó primero la Facultad y, después, la unanimidad del Consejo Universitario. Mas estos antecedentes no influyeron en mi discurso, que voy a reseñar. Mi admiración a Arequipa es una vieja historia de amor.
Toynbee, el gran historiador dijo alguna vez allí "la vida de este mundo en miniatura debe ser idílica...". Ciro Alegría nos habló no sólo de la luz sino de la sombra que realza los volúmenes y precisa su mayor encanto. Edgardo Rivera nos dio por encargo de la Fundación Bustamante de la Fuente, la extraordinaria "Imagen y Leyenda de Arequipa". Me emocionó doblemente por la maestría del autor y por el recuerdo del destacado jurista que fue un gran arequipeño. Estuvimos juntos en el Congreso de 1945, y no he olvidado que trabajamos en la ley para crear la irrigación de Majes.
Wiener, el incansable viajero nos relató, el siglo pasado, que Arequipa le recuerda la peligrosa belleza de Nápoles y la despreocupada aventura de sus habitantes.
Y, no faltan alusiones al sentido religioso de la urbe. "Me sobrecoge, me pone de rodillas, me contagia de su arbitraria mística, cada vez que paso a su lado le cedo la vereda en señal de respeto", dice César Miró. Y, Luis Enrique Tord, refiere que Arequipa le parece, en la lejanía de la memoria como una ciudad bíblica, resplandeciente bajo el sol". "La Catedral, construida con piedras volcánicas color de miel permanece fresca, como un rostro de monja", dice Paul Morand. Y, en cuanto a arquitectura, Wethey, afirma que "la iglesia de Cayma es una joya única".
Samuel Haigh señala la aridez del desierto entre Quilca y Arequipa. Yo tuve, antaño una impresión similar, pero el destino me reservó la tarea de abrir las válvulas de las irrigaciones con las recias huellas del trabajador arequipeño. Y, para confirmar la habilidad de Haigh, ya lejos del ambiente místico, alude a la "fascinación que ejercían sus mujeres... ¡sentimiento que en nada ha decaído!".
Las comarcas andinas eran esencialmente constructoras de tierras. En las laderas abruptas el campesino se hacía escultor cincelando la andenería y, en el desierto, descubridor y difusor del agua. La Joya es el habitat de campesinos a quienes se les da un arenal y lo transforman como si fuera un vergel de orquídeas. James Orton dice "los médanos son las almas errantes del desierto". Me impactaron cuando las vi por primera vez como obras trashumantes de la naturaleza, creadas por el pincel del viento... Allí vi los rieles del Ferrocarril del Sur que traen el recuerdo del presidente Diez Canseco, gestor de la obra.
Y, viene la visión de los pintores y los poetas. Dice Núñez Ureta: toquemos esta tierra de carne que nos nutre, sintamos la savia eterna de los volcanes, corriendo mansamente en cada hoja, en cada piedra, en cada sombra. Y, Vinatea Reynoso nos conmueve con sus estampas pueblerinas y paisajistas.
César Atahualpa Rodríguez dice que "el Misti es para los arequipeños lo que las pirámides para los egipcios". Mas la pirámide es un monumento a la muerte y el volcán una expresión de la vida...
Hay páginas elocuentes del ex presidente Bustamante y Rivero. Hay poemas como los de Percy Gibson "otrora diste hijos de su arcilla/ con el valiente corazón de lava"... "Volcanes teñidos de rosa por los últimos resplandores del crepúsculo", dice Raúl Porras el tan recordado maestro.
Basadre habla del "cierrapuertas" en que en "Arequipa sale armada preguntando, ¿por quién combatimos? Y, César Miró, recuperando su habitual ironía afirma que "la nevada desemboca en la picantería".
Víctor Andrés Belaunde nos habla de una sincera evocación del pasado para una conversación con nuestros muertos. "Sus vecinos, cristianos viejos, hidalgos de exiguo solar y escasa hacienda vense obligados a trabajar en las chacras aledañas y en los valles vecinos". Y, refugiándose en la música, dice que "el Yaraví es al mismo tiempo hermano de los cantares castellanos y eco de las canciones indígenas". Dulanto Pinillos habla de "¡estos silencios de Yanahuara, esas calmas de las tardes de Tingo!".
Perdóneseme por haber compartido mis sentimientos con destacados observadores. Mi padre con noble intención nos dejó una gran fortuna, no material, sino del espíritu, la penetración en el alma arequipeña. Y, estoy aquí ahora, añorando su presencia, sintiéndome como ayer su devoto discípulo, para comprobar que Arequipa sabe querer y ¡no sabe olvidar a los que quiere!
Desafío al futuro
Paso ahora a referirme a la visión del porvenir. La primera parte de este estudio está hecha por la naturaleza que ha dado hasta el material volcánico de la ciudad. Más de una vez me he internado de las canteras donde se extrae el sillar. Los materiales y las técnicas varían, más la geología será un factor importante. El sol y la sombra son personajes fundamentales de la arquitectura.
Tenemos que cuidar la conservación de los monumentos que son nuestros grandes maestros de distintas épocas. Al mismo tiempo corresponde a la profesión estudiar los cambios sociales. El aumento de la población. La tugurización de muchos sectores. Todo esto debe llevarnos a intervenir en el mundo crediticio. Porque los problemas no se resolverán con limosnas sino con inversiones, inspiradas en la necesidad social. Este es el punto en que deseo insistir.
Durante 10 años hemos tenido oportunidad de actuar en el campo de la vivienda de interés social. Frecuentemente me tocó bautizar los proyectos. Dimos el nombre de Piérola, el ilustre gobernante arequipeño, a un conjunto ubicado en un sector donde en aquel momento se advertían graves problemas urbanos. En varias oportunidades tratamos de exaltar los valores arequipeños. Allí están los conjuntos Vinatea Reynoso, Duncker Lavalle, Ana de los Angeles Monteagudo. Y, para demostrar la amplitud de criterio, un conjunto al que dimos el nombre de Flora Tristán, en algunos aspectos crítica severa de la ciudad pero auténtica ganadora de un sitial universal. La última obra que comenzamos lleva el nombre de Francisco Mostajo, amado dirigente popular de tiempos recientes. Si bien la obra fue de apreciable volumen, sentimos la necesidad de promover su mayor expansión futura. Para ello necesitamos restablecer y ampliar el cuadro institucional. Se ha destruido irresponsablemente los bancos de fomento. Han caído entre otros, el Central Hipotecario y el Banco de la Vivienda. El proceso mutual que en muchos casos incurrió en errores, debió ser reformado mas no destruido. Se requiere con urgencia en todo el país y, especialmente en Arequipa, un sólido sistema de crédito hipotecario destinado a servir, sin dispendio, a los estratos poco pudientes. El país tiene que recordar que la principal fuente del mejoramiento urbano está en el ahorro. Los recursos deben venir en forma no especulativa, del pueblo. La misión del estado es enrumbar los esfuerzos hacia el bienestar, como lo intentamos con la Hipoteca Social que unía recursos de distintas fuentes del ahorro, combinándolos para obtener, en promedio, tasas adaptables a las posibilidades populares.
Quienes conocimos Arequipa cuando no llegaba a los 50 mil habitantes, observamos su inmenso crecimiento que, en buena parte, ha sido a expensas del área agrícola. Por eso, hay que respaldar decididamente los proyectos de irrigación. Nosotros apoyamos la expansión de La Joya y nos lanzamos a los trabajos de Majes, dejando su hito fundamental: la represa de Condoroma. Se observa ya que las tierras de cultivo que sacrificó la expansión urbana, reaparecen en el arenal. Por ello me reafirmo con plena convicción en nuestro lema: ¡Hay que teñir de verde el arenal! Si junto a la expansión urbana no se produce un aumento de las áreas de cultivo, se expone a la población al peligro mortífero del hambre. Por eso, si algo nos ufana, es que se nos conozca como "constructores de tierra". Para ello hemos dejado en la Costa los hitos de Pañe, Aguada Blanca, Tinajones, Condoroma, Gallito Ciego y el Bajo Piura. En la Selva Alta duplicamos, por la vialidad colonizadora, las áreas de cultivo.
La expansión agrícola crea nuevas demandas de centros poblados. Y la tugurización en la ciudad exige proyectos que tienen que ser necesariamente conjuntos apreciables. Es muy difícil en nuestro tiempo satisfacer las demandas de la multitud con proyectos individuales que, de ser aceptables, resultan de un costo exagerado.
Arequipa tiene que ser especialmente cuidadosa en forjar un plan de usos de la tierra para colocar los nuevos conjuntos en ubicaciones adecuadas. Pero lo fundamental es crear un régimen hipotecario adaptable a las limitaciones económicas y financieras de nuestro pueblo.
Concepción de los proyectos
Desde el siglo pasado, a raíz de la revolución industrial, se ha sentido la urgente necesidad de impulsar la vivienda de interés social. El problema ha cobrado desde entonces tal dimensión, que no sería apropiado afrontarlo individualmente, casa por casa. La cuestión de los servicios públicos y los accesos es demasiado compleja. Distintas propuestas han buscado asentamientos humanos que constituyen proyectos de apreciable capacidad. En primer término si bien se busca espacios libres, hay que mantener una densidad adecuada. Con densidades demasiado bajas la distribución de los servicios resulta onerosa y la extensión -es decir las distancias- resultan excesivas. Primero fue el movimiento de la llamada Ciudad Jardín que saltando la primera periferia urbana, de costo generalmente alto, se presentaron distintas opciones y posibilidades. El hecho está registrado en la historia del urbanismo.
En los Estados Unidos urbanistas como Clarence Perry, que planteó inicialmente la idea de las unidades vecinales y Clarence S. Stein y Henry Wright que, sintiendo la presencia revolucionaria del automóvil, diseñaron Radburn introduciendo la separación de tránsitos, ejercieron notable influencia en los nuevos proyectos urbanos. Los países escandinavos, con honda sensibilidad social, proyectaron para los menos pudientes y en el Reino Unido, a media centuria, se construyeron ciudades nuevas como las de Frederick Gibberd.
En Estados Unidos aparecieron proyectos novedosos promovidos por la iniciativa privada, en base a las facilidades hipotecarias de ese país. En Francia, un poco tardíamente, se construyeron las llamadas "Villes Nouvelles" en torno a París.
Nosotros en el Perú, durante el gobierno del presidente Bustamante, participamos con la idea de las unidades vecinales y de los agrupamientos. Tal esfuerzo, iniciado hace medio siglo, ha ejercido influencia. De nuestro segundo gobierno, la publicación "Revolución Habitacional en Democracia" recoge parte importante de ese esfuerzo. Baste decir que dio ciudades satélites tan grandes como Santa Rosa, cerca del Aeropuerto de Lima, con más de 20 mil habitantes y que, en más moderadas proporciones, dejó ejemplos en 30 ciudades del Perú. Si bien puede obtenerse importante experiencia de esos trabajos, hay que lamentar que, posteriormente, el problema habitacional de las mayorías haya sido olvidado. Se han salvado pocas instituciones, como el Banco de Materiales, que creamos en 1980. Se ha silenciado, lamentablemente, que nuestras financiaciones se inspiraron en el ahorro mediante la "Hipoteca Social". En el quinquenio 1980-1985, el sistema difundió la propiedad habitacional en 334 mil unidades que, a razón de cinco personas por familia, beneficiaron a 1'659,000 personas que cruzaron el umbral de la propiedad. De haber continuado ese ritmo, los beneficiarios serían hoy más de siete millones de compatriotas. Es conveniente meditar sobre la grave responsabilidad por la desaceleración y en casos paralización de tan amplio programa habitacional.
No es el caso de dar recetas arquitectónicas. Mas hay que tener presente, como lo insinúa Bruno Zevi, que el espacio exterior de la arquitectura es el espacio interior de la comunidad... Es su verdadero salón. Punto fundamental es concebir los grandes conjuntos construidos con los espacios libres, no sólo para fines recreativos, sino para promover la relación y la fraternidad de los ocupantes.
Los viejos tenemos poco porvenir en la tierra, pero mucho futuro... Yo quiero pensar en un futuro mejor para nuestro pueblo y creo que hay que forjarlo desde la universidad.
Son pocos los lugares en el mundo que representan un gran desafío a las nuevas generaciones, para el mantenimiento de un alto nivel estético. Arequipa es uno de ellos. Hay que observar el paisaje, los cambios de luces y sombras, la variedad de los materiales que ofrece la geología. Y, por encima de todo, la vibración humana, la fe y la devoción al país. Mirar como los poetas, los pintores y los filósofos, el mensaje del suelo, el cielo y la gente y esperar, entonces, el chispazo mágico de la inspiración....
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